Este color milenario es sumamente complejo, pues puede ir desde el azul más oscuro casi negro hasta el azul pálido suave. De esta versatilidad nace sin duda el amor que muchos artistas de todos los tiempos han tenido sentido por él y el éxito que ha tenido en el mundo de la moda gracias sobre todo al incombustible vaquero.
El índigo es una de las tinturas más antiguas que existen, pues se tienen noticias de que ya se empleaba en antiguas civilizaciones como la mesopotámica, la egipcia, la griega o la romana, pero también en América y África hace miles de años. En aquellos tiempos, se obtenía de diversas plantas (de la familia Indigofera), y de animales, como algunas especies de caracoles, y el uso que se daba era diverso, desde tintura para la lana hasta cosméticos y medicinas. Lo encontramos en la civilización maya en forma de cerámica o frescos; en los escudos de la Antigua Roma; como base de la milenaria tinta china o en manuscritos persas e indios.
El nombre que se le da a este color proviene de la planta que más se empleó para su extracción: Indigo tinctoria, proveniente de la India. De aquí pasó al griego indikon (tinta india), que fue recogido por el latín en la forma de indicum, hasta llegar a nuestro idioma, y a muchos otros más.
El pigmento azul siempre ha sido uno de los más apreciados —y más caros— del mundo a lo largo de la historia del arte. Sin embargo, el índigo, en comparación con otros homólogos como el lapislázuli o el cobalto (los dos de base mineral), siempre fue mucho más barato. Es por ello por lo que también ha sido el de uso más extendido. Y mucho más desde que un químico alemán, Von Baeyer, lograra en 1878 sintetizar este color, con lo que todavía fue mucho más asequible. No obstante, y a pesar de que el comercio del color índigo natural vivió un largo periodo de decadencia, hoy en día, su grado más elevado de calidad, el Bengal Índigo, sigue usándose en diversas industrias. Pero es en la textil y en el mundo de la moda donde el índigo despunta. En este campo tiene un referente: el vaquero, una pieza hoy en día universal que desde sus inicios tuvo al azul índigo como color predilecto. En la actualidad se tiñen alrededor de 1000 millones de jeans con esta tintura.
De la misma forma, en países como Japón, Nigeria, Mali o Camboya, de manera tradicional, se sigue cultivando la planta de la que procede el índigo, tiñendo después de un largo proceso los tejidos, y tras ello confeccionando también de manera artesana las vestimentas. De todo este proceso, que ha vivido en primera persona, Olga Guarch, artista tarrasense, ha realizado una colección de pinturas que lleva por título “Indigo world collection”, en la que se recrea una paleta de colores con un destacado protagonista: el azul índigo. Este color sin duda alguna ha formado parte de su vida, pues desde que entró en contacto profesionalmente con él a través del mundo de la moda, lo ha perseguido allí donde ha estado y lo ha plasmado con sensibilidad y carácter en gran parte de su obra pictórica.