Sin duda se trata de una pregunta controvertida a la que, en la actualidad, cada cual podrá responder según sus vivencias y opiniones, sea artista o no. Sin embargo, una cosa está clara y es que el arte ha sido elitista durante muchos siglos, al menos en la sociedad occidental, en la que ha estado relegado al uso y disfrute de unos pocos privilegiados. No obstante, en este caso estaríamos hablando de Arte con mayúsculas, porque el otro arte, el de la minúscula, forma parte intrínseca del ser humano (de cualquier ser humano). Así las cosas, y puesta en órbita esta distinción, en este artículo hablaremos del primer tipo de arte: ¿es elitista o no a día de hoy?
Podríamos asegurar sin miedo a equivocarnos que los reyes, los nobles y la Iglesia fueron durante mucho tiempo los únicos consumidores de Arte. El público en general no tenía acceso a las obras artísticas; de hecho, es muy probable que ni siquiera supiesen de su existencia. No obstante, cuando allá por el siglo xvi comenzó a emerger una nueva clase social, la burguesía, las cosas cambiaron. Este nuevo estamento se abría paso a golpe de talonario en su afán por imitar a los que socialmente se encontraban por encima, es decir, la nobleza, y es así como de una manera paulatina y con el transcurrir de los siglos, el Arte comenzó su andadura hacia la democratización.
Ya en el siglo xx, este acceso se amplió y la cultura en general fue poco a poco accesible a cada vez más personas, indiferentemente de su estatus social o de lo abultada que tuviesen la cartera. Tanto que, a día de hoy el arte, la cultura, o como quiera llamársele, es un producto más de consumo al alcance de cualquiera con un mínimo sentido artístico.
Con todo, el mundo del arte sigue envuelto en un aura de elitismo y lujo que es difícil obviar, y aún más penetrar. Se trata sin duda de un mundo al que resulta complicado acceder. Sin embargo, llegados a este punto habría que hacer una distinción: cuando se asegura que el mundo del arte o que los artistas son elitistas, por lo general de lo que se habla en realidad es del mercado del arte, es decir, del negocio que este mundo genera, y no del arte en sí. E incluso dentro de este mismo mercado nos podemos encontrar con personas que sean elitistas y crean fervientemente que el arte debe serlo para poder sobrevivir, y aquellas que niegan rotundamente que el arte, en alguna de sus formas, deba ser elitista y luchan por ello.
Como casi todo en esta vida, en este caso también nos encontramos con una moneda que tiene dos caras, que, como en todos los casos también, más que enfrentarse, se complementan. Por un lado, es obvio que el arte es elitista en el momento en el que se pagan verdaderas fortunas por determinadas obras, pero también es democrático cuando el público general tienen infinidad de oportunidades para acercarse a estas mismas obras y disfrutar de ellas de una manera impensable hace no tanto tiempo, a través de los museos y galerías que jalonan casi todas las ciudades.
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