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Desde las primeras manifestaciones artísticas del ser humano hasta las que surgen en la actualidad, el arte ha evolucionado de manera constante. Pero es sin duda a partir de los avances tecnológicos logrados desde el siglo xix que el arte ha vivido una verdadera revolución, amparada, eso sí, por las corrientes subversivas de comienzos del siglo anterior: surrealismo, dadaísmo, pintura metafísica, entre otras vanguardias, dieron el pistoletazo de salida para ampliar el arte a otras formas, expresiones y corrientes en las que la tecnología ha tenido un papel preponderante.

Para ponernos en órbita, describamos un par de ejemplos de cómo la tecnología poco a poco ha ido invadiendo el arte con unos resultados magistrales.
Posiblemente sea la fotografía la primera tecnología en adentrarse en el hasta entonces inmaculado mundo del arte. Desde que se inventara en 1826 de la mano de Joseph Nicéphore Niepce, que ese año consiguió la primera imagen permanente de la historia, hasta ahora, la fotografía ha recorrido un largo camino para apostarse finalmente como una de las artes por derecho propio que el ser humano desarrolla en la actualidad. Y a pesar de haber nacido como una tecnología podríamos decir prosaica, la vertiente estética de este arte con mayúscula nadie la pone en duda a día de hoy.
Y al otro lado del espectro encontramos la danza. Ahondemos un poco en la figura de Loïe Fuller, una bailarina, actriz, productora y escritora estadounidense que revolucionó el mundo de la danza con unas puestas en escena en las que la luz desempeñaba un papel protagonista total. Y no solo la luz, sino que empleó en sus producciones efectos como tejidos que flotaban ayudada por la incipiente tecnología de finales del siglo xix. «La luz es el arte del futuro», proclamó Fuller a quien quisiera oírla, y lo cierto es que razón no le ha faltado a la luz del protagonismo que esta tiene en todos los aparatos electrónicos que dominan nuestra vida.
Y es precisamente en las TIC, las tecnologías de la información y la comunicación, desarrolladas principalmente durante la segunda mitad del siglo xx y de lo que llevamos del xxi, donde encontramos las principales fuentes en lo que arte tecnológico actual se refiere. Hablamos de videomapping, de aplicaciones (apps) que se desarrollan para acompañar una exposición artística, por ejemplo, de las redes sociales como vías de comunicación para tanto artistas como público, de la tecnología 3D, de la revolución digital vivida por el campo audiovisual (cine y televisión), entre otras muchas cuestiones.
La tecnología en el arte ha venido para quedarse. Ya no se trata de una simple herramienta con la que poder «jugar», sino que forma parte de un proceso creativo en toda regla que ha tomado un protagonismo que, lejos de quedarse en el olvido, tiene sin duda un lugar en nuestro futuro, tanto como sociedad como artistas.