Como si de una pareja de baile se tratase, el arte y la moda han ido de la mano desde hace siglos y es que, a pesar de lo que la mayoría de los críticos de arte han manifestado en más de una ocasión, la moda es una más de las artes con las que el ser humano ha tratado —y trata— de expresar sentimientos, emociones, y perspectivas vitales. Picasso, Klimt, Mondrian… son muchos los grandes pintores que han inspirado a titanes de la moda en un gran número de colecciones. Veamos a continuación con más detalle qué es la moda para el arte y algunos ejemplos magníficos de ello.
Ya desde comienzos del siglo xix, con los grandes desarrollos —técnicos, sociales y económicos— experimentados por Europa y América principalmente, aunque no en exclusiva, la moda comenzaba a dar los pasos que la llevarían a ocupar el lugar preeminente en las sociedades occidentales que ocupa a día de hoy. Ya no se trataba simplemente de vestirse para hacer frente a las inclemencias del tiempo, de una manera más cercana a la necesidad que no a una intención estética, no al menos en una gran parte de la población. Así pues, con el auge de una burguesía cada vez más posicionada en la pirámide social, con más tiempo para el ocio y sobre todo con más recursos económicos, el arte y la moda se relacionan cada vez más.
El primer ejemplo resaltable que encontramos lo protagonizan nada más y nada menos que Gustav Klimt y su compañera sentimental, Emile Flöge, que juntos crean una pequeña colección de túnicas para ellos y para ellas en un intento de desencorsetar a la sociedad que en cierta manera se veía oprimida con el tipo de vestimenta que era la tónica.
El incombustible Dalí y la diseñadora italiana Schiaparelli dieron rienda suelta a su ardiente creatividad con una serie de vestidos (¿o disfraces?) inspirados en objetos cotidianos —el sombrero zapato—, emociones —el vestido lágrima— o el mundo natural —el vestido langosta—. Al artista de Cadaqués también le atrajo el mundo de la moda en más de una ocasión y de ello dan fe una serie de portadas diseñadas por él para la revista Vogue y diversas colaboraciones con varios diseñadores, entre los que destaca Dior.
Y un último ejemplo. Por todos es conocido que el diseñador Yves Saint Laurent tuvo una relación con el arte sumamente estrecha, que se vio concretada en diversas acciones. Quizá la más famosa fuese el vestido Mondrian, cuya fuente de inspiración fue la obra Composición II del pintor galo; pero no menos llamativa fue su colaboración con uno de los mejores artistas de todos los tiempos: Picasso. La pieza que realizó Saint Laurent en esta ocasión fue una capa, para la que el diseñador bebió de una de las afamadas guitarras del pintor malagueño.