Son muchas las ciudades que han sabido aprovechar el tirón del arte urbano para atraer un turismo diferente. Aquel que busca, además de visitar la ciudad, disfrutar de rutas urbanas en las que se enseña y explica las diferentes obras callejeras que salpican las paredes de la urbe. Así, las diferentes plataformas turísticas han encontrado en el arte urbano un nicho de mercado con el que trabajar. Barcelona, Madrid, Zaragoza, Valencia, Santander o Málaga entran dentro de este universo en el que el turismo y el arte callejero han tendido redes que han calado hondo en lo que se suele denominar “turismo de calidad”.
Debemos remontarnos a los años noventa para encontrar el origen del arte callejero, o al menos su consolidación en las ciudades del primer mundo de entonces: Nueva York, Londres y Berlín se erigieron como centros de arte por antonomasia en unos años en los que la cultura popular inundaba galerías y museos. Grafitis, esténcil, pósteres, murales y un largo etcétera se fijaban en muros y paredes para escándalo o placer de los ciudadanos. En un primer momento, las autoridades batallaron contra este supuesto adueñamiento del espacio público, pero no tardaron en entender que el arte urbano es una forma más de expresión artística que, lejos de suponer un deterioro, revaloriza un sector de la economía que es cada vez más protagonista en las principales ciudades del mundo occidental: el turismo.
Y bebiendo de esta idea han nacido una serie de proyectos en los que podemos encontrar arte y turismo unidos. Como por ejemplo Google Street Project, que, de manera interactiva, ofrece una muestra de arte urbano de todo el planeta; Tours Graffity, una serie de visitas guiadas por las calles de Buenos Aires en las que el arte urbano es el protagonista; o el Corredor Turístico de Arte urbano (México), un festival en el que se dan cita artistas urbanos para decorar las calles de Querétaro; y la lista sigue…
Dentro de nuestras fronteras tenemos una serie de ciudades que han sabido aprovechar el tirón de esta pareja infalible: turismo y arte urbano. La capital del Estado es uno de esos exponentes, y Malasaña o Lavapiés son un ejemplo de ello. En las calles de estos barrios madrileños podemos encontrar una serie de murales o piezas de menores dimensiones de un gran interés para el amante del arte callejero. Y no hay que ser un madrileño de pura cepa para poder seguir una ruta, pues son muchas las páginas web que nos ofrecen todo tipo de información sobre dónde encontrar los tesoros que esconde la urbe. Además, hay una buena cantidad de galerías de arte urbano que visitar, en la que los artistas callejeros exponen y venden sus obras no efímeras.
Y lo mismo ocurre en la Ciudad Condal, uno de los exponentes de más fama internacional en cuestión de arte urbano. Se podría decir que Barcelona entera es como una galería de arte, pues a cada paso que se da, si se está atento, es posible encontrar piezas de todo tipo, en diversos soportes y de dimensiones varias. No hay que dejar de visitar el Macba, el museo de arte contemporáneo de la ciudad, donde regularmente se celebran exposiciones de arte urbano que siempre vale la pena disfrutar.