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Egon Schiele, uno de los artistas más representativos del expresionismo y del modernismo del siglo XX, destacó sobre todo por su incesante creación de autorretratos.
Su vida fue corta, pero su obra, plagada de retratos de sí mismo, nos habla mucho de su forma de entender la vida y el arte.
En este artículo quiero centrarme en la vida de este artista austríaco y, por supuesto, en las características que más destacan de su obra.

Vida y referencias artísticas

Un mes antes de la muerte de Van Gogh, en el año 1890, nacía Egon Schiele en Tulln, Austria.
Su padre era un empleado de ferrocarril que murió de sífilis cuando Egon solo tenía 14 años. La enfermedad que volvió loco a su padre y su posterior muerte fueron, sin lugar a dudas, dos hechos que marcaron profundamente al artista.
De una forma algo tétrica, la tumba de su padre se convirtió en su lugar preferido para ir a dibujar y a pensar. Y su obsesión por la muerte y la locura se convirtió en un concepto muy importante de su obra.
Sus estudios artísticos comenzaron en 1906 en la Academia de Bellas Artes de Viena, pero duraron poco ya que en 1909 la abandonó para formar con otros jóvenes artistas el Neukunstgruppe.
Sus inspiraciones artísticas, además de Gustav Klimt, fueron la corriente del modernismo, a la cual se unió; y el trabajo en autorretratos de Van Gogh y Munch.
El público de Viena conoció su obra en la exposición Internationale Kunstschau de 1909. Y, poco a poco, a principios de la década de 1910, Schiele comenzó a entablar relaciones artísticas fuera de Austria.
A pesar de su corta edad, su obra fue reconocida en vida y pudo mejorar su situación económica gracias a la venta de sus creaciones.
En 1915 se casó con Edith Harms, lo cual le ofreció una nueva estabilidad a su vida e hizo que su pintura adquiriese un tono más optimista. Sin embargo, unos días después de su boda fue llamado a filas debido al estallido de la Primera Guerra Mundial.
Lamentablemente, aunque sobrevivió a la Gran Guerra, falleció en vísperas de la firma del armisticio de la guerra.
La epidemia de gripe que asoló Viena en 1918 se llevó su vida cuando solo tenía 28 años, tres días después de que su esposa muriese por el mismo motivo.

Su obsesión: el autorretrato

En un principio, Schiele dibuja sus autorretratos de una forma naturalista, más fiel a la imagen real.
Sin embargo, conforme va pasando el tiempo, sus trazos se empiezan a volver distorsionados y expresionistas.
Se retrata decenas de veces, haciendo patente su obsesión por la muerte, la soledad, la angustia y la locura.
A veces vestido, otras veces desnudo. Triste, con el pelo rebelde, enloquecido o conmovedor. Algunas veces en una clara expresión de erotismo y otras, por el contrario, patético y angustiante.
Egon Schiele convirtió su propia imagen en el tema central de su obra, dibujando casi 100 autorretratos a lo largo de su corta vida.
Su temprana muerte fue una gran pérdida para el arte modernista y expresionista del siglo XX. Por eso, cabe que nos preguntemos hasta dónde habría podido llegar su repercusión artística si hubiese vivido algunos años más.