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En el artículo anterior hablábamos de la obra de Picasso, haciendo un repaso por sus diferentes estilos artísticos. Llegamos hasta el año 1919 donde podría decirse que finalizó su periodo cubista.
El cubismo fue, probablemente, el estilo en el que más destacó el artista y el que más marcó su vida y su obra. Sin embargo, la obra de Picasso no se limita a este estilo, ni terminó con él.
A continuación, para finalizar esta serie de dos artículos sobre la obra del artista, veremos los diferentes estilos que se sucedieron a partir de 1917, es decir, después del cubismo.

Neoclasicismo

El periodo neoclasicista de Picasso tuvo lugar entre 1917 y 1927. Tras sus fases de colores y el cubismo, Picasso cambió drásticamente de estilo. Históricamente nos encontramos en el momento en que finaliza la Primera Guerra Mundial, y este es un momento de felicidad para el artista.
Destacan entre sus cuadros los ambientes familiares y que transmiten tranquilidad y, sobre todo, paz. Podemos hablar en este periodo del artista de obras como “Retrato de Olga en un sillón”, “Paul vestido de arlequín”, “Dos mujeres corriendo por la playa” o “La siesta”.

El surrealismo

Aunque Picasso no se consideró un artista surrealista, el movimiento surrealista sí quiso considerarlo como tal en varias ocasiones. Y, aunque el artista siempre quiso mantenerse separado de esta vertiente, la realidad es que muchos de sus cuadros encajan con las características de este estilo.
“La danza” está considerada la primera obra surrealista de Picasso, pintada en el año 1925. Esta corriente continuó hasta 1935, y entre sus obras “surrealistas” más destacadas se encuentran “Figuras al borde del mar”, “Mujer sentada al borde del mar” y “La crucifixión”.

Expresionismo

La etapa que abarca los años entre 1937 y 1947 fue sumamente convulsa en toda Europa. La Segunda Guerra Mundial, el fascismo en casi todo el continente, la Guerra Civil Española…
El periodo expresionista de Picasso se vio marcado por esta etapa dramática, y por eso en sus pinturas de esta época podemos ver mucho drama, representado en situaciones de mucho dolor y angustia.
Aunque podría decirse que “La mujer llorando”, “Naturaleza muerta con cráneo de toro” o “La suplicante” son algunas de las obras más destacadas de este periodo del artista, no cabe duda de que hay una que destaca sobre todas las demás.
Se trata de “El Guernica”, un cuadro en el que el artista representó por medio de la pintura expresionista su dolor por la Guerra Civil española. Especialmente, por los bombardeos que tuvieron lugar en la ciudad de Guernica en el País Vasco.

Revisión de clásicos

En la última etapa de su vida, Pablo Picasso, ya anciano, se instaló en la Costa Azul y se dedicó a repasar las obras de otros autores. Realizó sus propias versiones de obras clásicas, como “Almuerzo sobre la hierba” de Manet, o “Las Meninas” de Velázquez, obra de la que hizo más de 50 versiones.
Sin duda, la obra de Picasso es digna de ser estudiada con mucho detenimiento. Cada una de sus etapas es fascinante a su manera. Hasta su muerte en 1973, el artista no paró de pintar y, sin duda, su paso por la historia del arte nos dejó muchísimos regalos de incalculable valor.